La expansión del nuevo coronavirus ha llevado a las sociedades a replantearse la solidaridad como método para salir adelante. Esto quiere decir, la importancia de cuidarse y resguardarse, de limitar determinadas actividades, para cuidarse uno mismo y cuidar a los demás. En este sentido, las personas mayores son claramente el mayor grupo de riesgo de la enfermedad COVID-19. A continuación, veremos por qué.
Personas mayores y COVID-19
La velocidad de propagación de la enfermedad generada por el coronavirus es algo que no se ha visto antes. Algo que comenzó en la ciudad china de Wuhan se ha extendido alrededor del mundo, cambiando paulatinamente el foco de infección. Tras haber encontrado su foco en el país europeo de Italia y, posteriormente, en España, hoy, el principal foco de contagio del coronavirus es Estados Unidos.
En esta situación, las personas mayores son quienes se ven más afectados. Los adultos mayores componen el principal grupo de riesgo ante el COVID-19.
El miedo y la desinformación
Pese a que la sobreinformación genera pánico en las sociedades – lo que ha llevado a muchos gobiernos a adoptar medidas para restringir la difusión de noticias falsas -, el COVID-19 no es de gravedad en todos los casos. La mayor parte de los contagiados transitan la enfermedad de manera leve. De hecho, hay personas que pueden estar contagiadas de coronavirus y no experimentar más que síntomas similares a una leve gripe. En este sentido, se recomienda evitar el contacto permanente con noticias difundidas a través de redes sociales sin consultar sus fuentes, ya que se corre el riesgo de estar leyendo información falsa.
Población de riesgo
Las personas que corren mayor peligro frente al coronavirus son las personas mayores. La tasa de mortalidad aumenta entre personas que superan los 65 años de edad, o entre quienes tienen enfermedades preexistentes, especialmente si son de índole respiratoria.
Estos datos han llevado a la necesidad de tomar medias especiales para proteger a los adultos mayores como principal grupo de riesgo. Ello, especialmente en los casos en que la edad viene acompañada de enfermedades previas. En los países en los que no se ha tomado la decisión de adoptar medidas restrictivas, se han enfocado solamente en la población de riesgo. En cambio, en los países que han optado por el aislamiento total y obligatorio, se aumentan las medidas de protección para los grupos de riesgo.
Muchas de las medidas adoptadas sobre los adultos mayores apuntan a evitar la exposición con el virus. En este sentido, se intenta evitar que reciban visitas de personas, ya que cualquiera puede ser portador sin saberlo, hasta que los síntomas se manifiesten. También se ha intentado reducir la necesidad de éstas poblaciones, de asistir personalmente a mercados y otros espacios, buscando personas que puedan hacerse cargo de asistir en todas las cuestiones necesarias para pasar el día a día. Ahora, en Guatemala, se ha prohibido la circulación en las calles de personas mayores de 60 años.
Enfermedades que aumentan los riesgos
La mayor parte de los fallecidos por coronavirus, especialmente en América Latina, son personas que ya tenían una enfermedad previa. Según análisis de la OMS, en el caso de China, los fallecidos fueron en su mayoría adultos mayores que tenían diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, cáncer y enfermedades respiratorias crónicas. Es decir, que tenían otros problemas de salud preexistentes.
El riesgo de los jóvenes
Los datos mencionados han llevado a muchos jóvenes a creerse inmunes frente a los efectos de esta enfermedad. No obstante, la Organización Mundial de la Salud ha salido recientemente a desmentirlo, para evitar acciones que pudieran poner en peligro más vidas alrededor del mundo.
En este sentido, la OMS se ha manifestado sosteniendo que los jóvenes no son “inmunes” al virus del Covid-19. Ello, para generar conciencia acerca de la importancia de la prevención y del respeto al aislamiento social en poblaciones de todas las edades. Las entidades internacionales apuestan a la unidad de las personas y el compromiso social para garantizar que los países puedan efectivamente frenar la curva de contagios, a fin de evitar más situaciones trágicas como la de Italia, la de España y la de Estados Unidos.